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Grandes entrevistas

Juan José Arreola

Entrevista conduzida por Juan Cervera Sanchis, publicada no site www. http://lainter-poesia.blogspot.com.br em 1/11/2012

 

Es en verdad, un gozo dialogar con Juan José Arreola. A manera de anécdota, queremos comunicar a nuestros lectores cómo y dónde se desarrolló esta plática. Fue en su casa, mientras Juan José que es un maravilloso niño grande, jugaba una partida de ajedrez con su entrañable amigo, el joven pintor Martín Hernández, a quien desde aquí queremos reiterarle nuestro agradecimiento, pues sin su colaboración este diálogo tal vez no hubiera podido efectuarse con el gracejo con que se efectuó, para el deleite de nuestros siempre muy queridos lectores.        

Bien, Juan José Arreola y Martín Hernández jugaban ajedrez y un servidor de ustedes se convirtió en espectador inoportuno, pues en tanto que ellos movían las piezas, mis preguntas surgían sin ánimo de colaborar con Martín para derrotar a Arreola. Este me iba respondiendo sin olvidar el juego, entre saltos de caballo, pasitos de peones, peligrosas carreras diagonales de alfiles y carreras insólitas de torres, sobre el fascinante, aunque matemático, tablero. Jugaron varias partidas y, cuando di por finalizada esta entrevista, pregunté quién había ganado y me dijeron los dos a una: “Todas fueron tabla”. Pero comencemos la plática. Aquí está:        

¿Dónde publicaste tus primeros escritos, Juan José?

En un periódico de Zapotlán, llamado “El Vigía”.

– ¿Fue prosa o verso?

Verso y prosa a un tiempo. Y lo curiosos es que siempre me atrajeron las formas clásicas: décimas, sonetos…Formas que considero aún válidas, y que me encantan verlas en los poetas nuevos. Soy un goloso de sonetos y décimas; precisamente, yo creo que dejé de escribir poesía al ver el fracaso de mis versos libres. (Arreola mueve un alfil y continúa): Sí, abandoné la poesía, porque me di cuenta de lo que era realmente la Poesía.

–Bien ¿y qué es la poesía?

Para mí, el engaño estaba en la armonía. Siendo como soy un hombre sin oído musical y, siendo la poesía fundamentalmente armonía, lo que más me engañaba eran las armonías verbales. Pero tú me has preguntado qué es poesía. Bien, te diré lo que yo creo que es: A mi entender, es la manifestación de una nostalgia interior indefinible. Naturalmente que yo me confundí. Después me di cuenta; por eso sostengo que la poesía debe ser formalmente bella. Y esa belleza es auténtica si representa movimientos internos. Creo conocer el trance de la inspiración. La mecánica más avanzada es la electrónica, y fue la electrónica, precisamente, la que me llevó a entender el mecanismo de la inspiración. En la vida nos programamos de vivencias, de percepciones… Y el repertorio vivencia es el que hace posible eso que llamamos inspiración, que se produce cuando nuestras vivencias se actualizan. El trance poético es un fenómeno de coordinación; el poeta es, en realidad, “el hombre que nunca olvida”. ¿Por qué sabe tantas cosas el poeta? ¿Por qué dice tantas cosas? La clave está en su memoria; porque la riqueza de la personalidad viene a ser memoria de nosotros mismos.

– ¿Cómo ves el panorama actual de la literatura mexicana?

Veo que en los últimos veinticinco años la literatura mexicana se ha desarrollado de manera extraordinaria, sobre todo en lo que se refiere a calidad. Yo he sostenido siempre que la literatura mexicana no tiene más que aproximadamente entre cincuenta o sesenta años de edad. Antes, fue una literatura dependiente, y esto no es hacer una alusión fácil al periodo revolucionario, sino que yo veo en esa etapa de luchas internas la consagración de la nacionalidad y la integración de México, que antes había sido una pluralidad de pueblos distantes y distintos. El acarreo de hombres, bienes y males que hizo la revolución, característicamente de las redes ferroviarias, hizo que los hombres de México se reconocieran entre sí.

 

– ¿Hacia dónde crees que va la literatura mexicana?

Yo creo que nuestra literatura sigue el destino común de la literatura de nuestro tiempo. Después de haberse manifestado como una literatura peculiar, y haber llamado la atención por sus características propias, creo que ha seguido un proceso inevitable. Tras haberse excedido en la afirmación nacionalista, parece que a todos nos han entrado unas ganas feroces de ponernos al día, de exceder a todos aquéllos que experimentan, con mayor o menor fortuna, procedimientos técnicos y estilísticos.

–Háblanos de la nueva novela mexicana.

A partir de Juan Rulfo, me interesan sumamente las experiencias de Fernando  del Paso, su novela José Trigo, Raúl Navarrete y Salvador Elizondo.

– ¿Cómo ves la joven poesía?       

La poesía más joven de México comienza para mí, con Marco Antonio Montes de Oca, prosigue con Homero Aridjis y continúa espléndidamente en José Carlos Becerra, Raúl Garduño y Antonio Leal. Creo que con ellos no vamos por mal camino. 

– ¿Crees que el escritor mexicano goza de completa libertad de expresión?        

Completamente.        

– ¿A qué autor mexicano vivo, de estar en tus manos, concederías el Premio Nobel?        

A Carlos Pellicer.

- ¿Por qué?

Porque es el más grande artista que poseemos desde que se nos murió Ramón López Velarde.

–Hablemos de tu obra. ¿Cuándo publicaste tu primer libro?

En 1949 Se titula Varia invención. Y, en realidad es el único libro que poseo, ya que no he hecho más que aumentarlo en el tiempo, bajo otros títulos que desarrollan sus temas principales.

– ¿Cómo te formaste literariamente?

Yo me formé en la escuela primaria, la única que tuve, y en el círculo de familia. Había en mi casa libros de Bécquer y Núñez de Arce… Creo que todo consistió en distinguir a don Gaspar de Gustavo Adolfo.

– ¿Crees que un hombre de amplias vivencias, pero sin un profundo conocimiento de la lengua, puede ser un gran escritor?

Dije al principio que el hombre es un repertorio de vivencias, pero de nada valdría ese repertorio, por rico que fuera, si no se traduce en términos de lenguaje. Un día, dije que creo en el lenguaje por sobre todas las cosas, y ahora lo repito, porque vale la pena. El lenguaje es la substancia de nuestro ser; cuando Dios se dirige a los hombres, habla como ellos.

– Bien. ¿Y qué libro de la literatura universal te hubiera gustado escribir?

Como no pude escribir Las confesiones de San Agustín, me quedo con La sangre devota. Y no dije El Quijote porque me gusta leerlo, no escribirlo.

– ¿Qué libro de entre todos los tuyos prefieres?

El que no he escrito, y como trabajo en él, le tengo cariño.  

– ¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción en el terreno literario?           

Comprender lo que es la literatura; empezar a entender lo que es la poesía.

– ¿Qué aconsejarías a un joven con vocación literaria? 

Lo mismo que el de Praga (Rilke): no escribir si se puede vivir sin escribir.

– ¿Qué es para ti la literatura?       

Comunicar al otro lo que no podría saber sin que yo no se lo dijera.       

– ¿Qué es para ti la vida?        

Un poner en duda todos los días la existencia de Dios.    

– ¿Cuáles son tus autores preferidos?       

Todos los que me agregan.

– ¿Preparas actualmente un nuevo libro? ¿Cómo se titula?        

Memoria y olvido.

–De no haber sido escritor, ¿qué te hubiera gustado ser?

De muchacho, un gran ciclista. Ahora, un gran ajedrecista.

– ¿Qué piensa Arreola hombre de Arreola escritor?         

Que no ha tenido valor de sacrificar sus alegrías.        

– ¿Qué pregunta te gustaría que te hiciera?     

Juan José Arreola, ¿qué has sido tú para el amor?          

–Hecha está, puedes contestarla.         

Juan José Arreola ha sido para el amor la negación del amante; un amado.        

– ¿Qué horas prefieres para escribir?         

Entre las doce y las tres de la tarde, con un vaso de vino de por medio.        

–Dime un nombre de mujer.

Fuensanta.        

–El de una flor.       

Obelisco.        

–El de un mes.        

Junio.        

El de un río.        

Ródano.        

–El de un pueblo.

Villanueva de los Infantes.

–El de un pájaro.

Carpintero.

–El verso que recuerdas con más emoción.

“Presa en laurel la planta fugitiva”.

– ¿Qué aconsejarías a J. J. Arreola, si es que tienes algo que aconsejarle?

– Que ya no sea el egoísta que ha sido hasta ahora.

La partida de ajedrez que disputan Arreola y Martín Hernández no ha sido interrumpida. Yo, al llegar a este punto de nuestra plática, decidí dejar descansar al escritor, encendí un cigarrillo, esperé que terminara una jugada, al parecer, muy importante, y continué, pensando como siempre en ustedes, mis queridos lectores.         

–Juan José, ¿puedes decirnos –a mis lectores y a mí- qué figura de la historia de la humanidad te merece mayor respeto?        

Cómo no. Jesucristo, porque igualó al rey y al esclavo, al hombre y a la mujer.

–Oye, ¿y podrías darnos tu opinión con respecto al problema estudiantil que agita al mundo?         

Yo creo que en todo el mundo los jóvenes tienen razón y manifiestan asco por el mundo que les proponemos los adultos.

– ¿Te parece bien que hablemos un rato de escritores mexicanos?       

¿Por qué no?        

–Pues vamos a ello. ¿Qué opinas de la obra de Juan Rulfo?

Es el único de mis contemporáneos al que admiro. Tiene la misma edad que yo; pero, en las letras, es mi hermano mayor.

– ¿Qué nos dices de Octavio Paz?         

–Es mayor que yo, pero tiene la misma edad que yo.        

–De Agustín Yáñez.

–Yo diría que es la manifestación del barroco mexicano. Yo también sacrifico en altares barrocos.          

– ¿Qué te parece la poesía de Gorostiza?        

Bajo la presión de la inteligencia, José Gorostiza ha logrado que la sensibilidad realice lo que sólo puede hacer la geología: transformar la materia orgánica en diamante.        

– ¿Y qué te parece el quehacer novelístico de Luis Spota?       

Frente a tantos otros que tratan burguesamente de “epatarnos”, considero a Luis Spota como un honrado y auténtico novelista.        

–Muy bien, pero pasemos a otra cosa. Dime, ¿qué piensas de la corriente literaria llamada ‘ciencia-ficción’?         

La ‘ciencia ficción’, como la ciencia, es una vana afición. 

- ¿Cómo ves el panorama editorial mexicano?         

–Ya no hay autor mexicano que pueda quedarse inédito.        

–Señor Martín Hernández, ¿quiere usted hacer un favor? –Así, sin pensarlo, me he dirigido al contrincante de Arreola.        

–Usted dirá de qué se trata –Arreola me observa como pensando: “Este tipo”…  –Quiero que haga una pregunta para mi entrevista a su contrario y amigo Juan José Arreola.  Martín Hernández se queda pensando; luego, hizo esta pregunta a nuestro entrevistado: 

¿Qué relación encuentra usted, maestro, entre la literatura y el ajedrez?         

–Es fácil ganar la apertura; lo importante es llegar al final, aunque sea tablas –responde Arreola.       

 –Bueno –digo yo –, permíteme que te haga una disparatada y última pregunta. ¿Te has reído alguna vez de tu sombra?           

No, mi sombra me merece el mayor respeto del mundo, porque me dice en negro lo que yo quisiera ser en blanco.

Arreola guarda silencio, y nosotros también.La partida ha quedado interrumpida. De pronto, Arreola declama estos versos del capitán Francisco de Aldana:

“Pienso torcer de la común carrera

que sigue el vulgo y caminar derecho;

jornada de mi patria verdadera,

entrarme en el secreto de mi pecho

y platicar en él mi interior hombre:

¿Do está si vive o qué se ha hecho?”

Y este fue el punto final de nuestra entrevista con Juan José Arreola.

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