Volta para a capa
Grandes entrevistas

Toni Morrison

Entrevista realizada por Xavier Ayen publicada no site http://edant.revistaenie.clarin.com em 15/08/2009 (23/04/2015)

En su nueva novela, Una bendición, Toni Morrison vuelve a tratar el tema de la esclavitud y cuestiona el mito del sueño americano. En esta entrevista, la Premio Nobel habla además de los temas recurrentes en su obra y dice que Obama representa el inicio de algo nuevo.

Unas antiguas dependencias de la policía de Nueva York, reconvertidas en imponente edificio de departamentos de lujo, acogen en la Gran Manzana el dúplex que la escritora Toni Morrison llama modestamente "mi estudio". Allí nos recibe para una entrevista que se prolongará, unos días después, en el cercano campus de Princeton, en el que da clases y tiene otra casa, en la avenida principal. Morrison es un auténtico ídolo en EE.UU., la gente la detiene por la calle, la abraza y le comenta sus inquietudes más personales, como si la conocieran de toda la vida ("A mi marido ya no le hago tanta ilusión, ¿sabes?"). Antes de llegar a su piso, en el quiosco de la esquina, encontramos varias revistas negras, escritas por periodistas negros y que hablan de famosos negros (deportistas, presentadores, actores, políticos...), como si existiera un mundo sólo de negros, al igual que, al lado, hay revistas que se diría sólo de blancos. Estados Unidos tiene un problema racial aunque, con la llegada de Barack Obama a la presidencia, las cosas estén cambiando a marchas forzadas. La novela favorita de Obama es, precisamente, La canción de Salomón, que Toni Morrison escribió en 1977, una saga familiar ambientada en los guetos raciales de los años 60. Morrison es el único Premio Nobel vivo de Literatura con nacionalidad estadounidense, y la principal testigo literaria de todos esos cambios que se están produciendo. Cronista de la epopeya de una raza castigada, de personajes que sufren, viven y aman con intensidad, ha publicado recientemente la novela Una bendición. Su voz y sus gestos derrochan tanta autoconfianza como feminidad ("¡No, no me hagan fotos ahora! –comenta–, espérense a la fiesta de fin de curso en la universidad, por favor, que me habré arreglado y puesto guapa").

-¿Por qué vuelve al tema de la esclavitud en su nueva novela?

-No escribía sobre la esclavitud desde 1987, cuando publiqué Beloved. Entonces quise mostrar cómo aquel sistema nos convirtió en infrahumanos a todos. Ahora he querido cuestionar la mitología de este país, ese cuento de hadas nacional sobre cómo era EE.UU. en sus inicios. En los siglos XVII y XVIII, este fue el punto de encuentro de todo el mundo, vino gente de todos los lugares del planeta. Y la esclavitud todavía no se había asociado a la raza negra.

-Gracias a esta novela, se descubre que también había esclavos de raza blanca...

-Así es. Los esclavos eran los parias, los más pobres, miserables y desafortunados, fueran del color que fueran. Más tarde, el racismo separó a los pobres blancos de los pobres negros y se creó una subclase nueva, incluso por debajo de los peores.

-En los años en que se desarrolla su novela, ni siquiera existía Estados Unidos...

-Había colonias y una recepción constante de gente, un movimiento de población humana enorme, un aluvión de gente de todo el mundo que venía aquí atraída por los recursos naturales, por el oro, por la vegetación...

-En ese contexto, las religiones fueron muy importantes...


-Lo relaciono con esa idea tan americana del individualismo: el mito de vivir solo, sin familia o abandonándola para irse a vivir aventuras, es algo que forma parte del imaginario de la nación americana, con la figura del cowboy, un tipo duro, como su máximo exponente. Pero a mí me importa saber qué sucede cuando el hombre se va. ¿Qué tipo de familia y de personas genera eso? La mujer se queda sin ningún apoyo, sola con los niños, y entonces llama a las puertas de la iglesia, que le ofrece ayuda e integración en una comunidad. También he querido transmitir la experiencia que supone llegar a un país desconocido, solo, sin nada en los bolsillos... pero eludiendo esas mentiras del sueño americano.

-Aquí, como en otros de sus libros, aparece un hombre que transforma a la mujer.

-No quise darle un nombre propio, lo llamo el herrero. Libre, africano, negro... Para él, la esclavitud es una cuestión de mentalidad. La esclavitud fue algo universal, se dio en todos los países y regiones. La aportación de mi país fue asociar la raza negra a la falta de libertad, eso fue algo premeditado, construido, legalizado por diferentes procedimientos especiales, con el fin de proteger los privilegios de los más ricos, creando un sistema político, económico y social a gran escala que descansaba sobre la base del trabajo no pagado. Y el racismo todavía sigue operando hoy, mostrando su eficacia como instrumento para perpetuar las divisiones en contra de lo que debería ser una verdadera democracia.

-¿Entonces el racismo no ha desaparecido?

-No. Ni tampoco la esclavitud, que ya no es una institución formal, pero sí existe la absoluta falta de libertad, que es lo mismo.

-¿Cómo describiría a Florens, su personaje principal?

-Ella es joven, hermosa... y se enamora. Lo que suena normal, pero después se convierte en una obsesa, de un modo en que eso ya no es amor, es como una...

-¿Pero todo amor no es una obsesión?


-Nooooo. (Se ríe) He escrito el libro Amor, en el que intento distinguir diferentes tipos de amor: a Dios, a los amigos, a esto y lo otro... Hay muchos tipos de amor. Y sólo los niños tienen amor auténticamente puro.

-Muchos de sus personajes son niños, de hecho.


-Tal vez por eso. Busco en ellos esa pureza de amar. Mi personaje sirve para darse cuenta de que nunca hay que entregarse completamente a nadie de ese modo.

-En los 90, usted dijo: "Mi misión es dar voz a los que no la han tenido, a los negros de América". ¿Lo ha conseguido?

-Sí. La primera generación de un pueblo oprimido es siempre gente silenciosa, desarrollan en su interior una conciencia de la opresión pero no hablan sobre ello. La siguiente generación ya lo hace un poco, empieza a exteriorizar su queja. El silencio es roto, por ejemplo, en las canciones. En el caso de los americanos africanos, bastante gente escribió libros acerca de su historia, pero esa realidad no estaba presente en las novelas. Y ese reto me fascinó, el sentimiento de ser capaz de hacerlo.

-¿Escribe sobre un personaje colectivo?

-Yo lo veo muy diferente. No hago una moralización del negro, no hay los negros que son de una manera. Hay negros buenos, hay negros malos, algunos vagos, otros racistas, otros felices, otros cansados... como el resto del mundo. De hecho, con el tiempo, los críticos están analizando mis novelas de otra manera: se dan cuenta de que la raza no es el único tema presente en ellas, de que hablo del amor, del perdón, de la sexualidad, de los cambios en la estructura familiar, de cuestiones éticas y filosóficas.

-¿La América posracial existe, ahora con Obama?


-Hay algunos cambios, lo veo en los estudiantes que tengo, son más maduros. La diversidad del campus se ha multiplicado. Pero todavía hay profundas zanjas que dividen a la gente por el color de su piel, no hay más que mirar las estadísticas sobre pobreza, crimen o nivel educativo y cruzarlas con los datos de las etnias. El éxito de Obama es estimulante, extremadamente importante, y marca el inicio de algo nuevo, el deseo de superar las divisiones por razas. Se puede sentir por todos lados esta nueva actitud, una excitación que lo invade todo. Hará cosas que no nos gusten, a mí me rebela el mesianismo que algunos profesan hacia su figura. Pero el simple hecho de su victoria ha hecho que a mucha gente le desaparezca el miedo. Es como ponerse en marcha otra vez, hay cosas elementales que ya no hay que explicar.

-Usted tardó en apoyarlo...

-Me gusta mucho Hillary Clinton. Cualquier persona capaz de ganarle a Bush me parecía bien. Estudié detenidamente a los candidatos demócratas y, al final, lo apoyé a él, pero no me basé en criterios de raza ni de género para decidirme, lo apoyé porque estaba muy preparado. La gente no ha votado a Obama porque fuera negro, sino por las cosas que proponía.

-¿Cómo ve a Obama? ¿No va a decepcionarla?


-Espero que no lo haga, claro, porque no me llama cada día por teléfono para preguntarme: "Toni, he pensado emprender esta medida, ¿a ti qué te parece?". No vivimos en un mundo perfecto.

-¿Cuándo fue la última vez que la llamó?

-Hablé con él dos veces, durante la campaña electoral.

-Parece que es un fan de "La canción de Salomón", ¿no?


-¡Sí! Me estuvo hablando de ese libro y de lo que le había afectado. Mire, él tiene que gobernar y eso significa que tiene que tratar con mucha gente, con los congresistas y senadores, no puede hacer las cosas solo, decidir: "OK, sanidad para todos" y ya está, para conseguirlo tiene que persuadir, maniobrar, hablar con mucha gente, transaccionar... Eso es gobernar, es un trabajo duro y complicado. Considerando que sólo lleva unos meses, y que ya ha hecho que se muevan más cosas que en toda una década, creo que hay que verlo positivamente.

-Usted aprecia, además, sus cualidades literarias.

-¿Ha leído sus memorias? Es un buen escritor, muy bueno, cosa que pocos políticos son porque no suelen leer nunca literatura. Es ameno, tiene ritmo, utiliza metáforas profundas.

-Vivió la depresión de los 30. ¿Cómo ve la crisis de ahora?

-En los años 30 vivimos una vida realmente miserable porque éramos pobres, había un montón de familias realquiladas viviendo en las habitaciones de pisos de otras familias... Sobre la situación actual, lo más precioso de todo es que el capitalismo está acabado. Toda aquella mierda se ha acabado. Parece un milagro. En The New York Times vemos aparecer esposados a esos millonarios que tenían tantos yates y tanto dinero escondido en Suiza, a esos oligarcas que ganaban un millón de dólares a la semana. Esos excesos se han acabado, ya no podemos más. Eso es bueno. Este país puede volver a empezar. Tras el 11-S, ¿cuál fue el mensaje que nos envió el presidente Bush? Apareció solemne en la tele y nos dijo: "Vayan al cine, a las tiendas, ¡compren!". ¡Compren! ¿Usted cree? Era un comerciante, no un presidente, hablaba no a ciudadanos sino a consumidores. No nos dijo que fuéramos a ver a nuestros vecinos y les diéramos un abrazo.

-¿Cómo la cambió el Nobel?

El principal cambio se dio en cosas superficiales como el dinero. Lo mejor es que he concentrado mucha más atención sobre mí y mi obra. Pero no he cambiado mi vida doméstica, o mi vida como escritora. Ni el Nobel ni nada de lo que me ha dado me hace mejor escritora o mejor persona.

-¿Cómo es un día normal en su vida?


-No soy muy disciplinada, en los períodos en que escribo lo hago dos o tres horitas al día. Para mí no es un trabajo, siempre me he ganado la vida de otra manera: como editora, como profesora...

-¿Quién es Chloe Wofford?

-Soy yo. Es el nombre que figura en mis documentos y como me llaman mi familia y mis seres queridos.

-¿Y quién es, entonces, Toni Morrison?

La mayoría de la gente me conoce por este nombre. Pero los que me conocen bien me llaman Chloe, Toni Morrison es como un apodo. Me sirve para separar al personaje, la escritora que ganó el Nobel, de la persona real, que es la importante.

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Toni Morrison


Entrevsita publicada no  site http://jorgefloresduran.blogspot.com.br em 08/03/2013.

Toni Morrison es la más destacada novelista afroamericana, premio nobel de literatura, ella no se duerme en los laureles y continúa escribiendo a sus 81 años, para hacer escuchar la voz. Con Home,  su novela más corta pero mordaz, es la historia de un soldado negro traumatizado por la guerra de Corea, tiene una sola idea en su cabeza: regresar a su pueblo para socorrer a su hermana víctima de un médico sicópata, es la ocasión precisa  que la autora nos invita a hundirnos en la América de los años 50, no es la América del milagro económico o del acceso a los electrodomésticos sino de esa América  sumida en la segregación más descarnada.

P. ¿Usted escribe generalmente libros más bien largos, pero con Home no ha sido así ¿por qué ha escogido este formato?

No ha sido una decisión intencional o que lo buscara. Pero es cierto traté de decir mas  con menos palabras, no busqué describir las cosas solamente porque soy capaz de hacerlo —siempre he podido hacerlo—  pero concentre mi decir, pensé que eso sería mas interesante, desde mi punto de vista sería mas apasionado. Deje los espacios vacíos para que los lectores puedan llenarlos o imaginarlos.

P. Porqué el titulo Home, ¿Usted pensó en una casa, en un albergue, en su propia casa? Porque los términos no son equivalente en  francés ¿Home es el lugar más importante para las personas para reencontrarse?

No. Mi idea es más vasta, quise sugerir con la palabra Home lo que puede significar para los habitantes de EEUU, tanto como los de origen indio, los refugiados, los perseguidos, los esclavos, para decirlo de otra forma, todos los Americanos han sido en algún momento, han debido dejar  sus países de origen, y tienen entonces cierta nostalgia por algo que se llama Home, que no se encuentra en otros lugares como en Europa, el termino no significa lo mismo aquí (Francia), pero para los Americanos encarna el deseo de un lugar seguro, un lugar donde usted no solamente es bienvenido sino usted pertenece.

P. En su novela, Frank, el personaje principal le pide a un niño efímero pero muy despierto en la escuela lo siguiente: ¿Qué oficio quisieras para tu vida? y el niño responde: “Homme”,  qué significa para usted exactamente  Ser Homme?  

Es una búsqueda. La búsqueda de algo diferente, creo yo, de la primera imagen del libro vemos dos caballos “increíbles” que se confrontan  brutalmente, y el que sale vencedor se queda con la hembra. Fuera de la imaginación masculina  en esos jovencitos existe la violencia brutal, una voluntad de dominación, todas esas cosas hacen parte de concepción común de lo que es un “Homme”, cuando ese jovencito responde a Frank  “un Homme”  lo hace sin ninguna intención es solo una pregunta a un niño. Si no sabemos que significa qué es un “Homme” para ese  niño, mi deseo es  que el viaje de Frank sea el cual llegue a ser un adulto, sin recurrir a la violencia, incluso si él ha estado expuesto a la violencia toda su vida. Quién sería capaz de hacer las mismas cosas sin recurrir a la violencia. Eso al final es para mí Ser un “Homme”.

P. Volveré a la pregunta que Frank le hace al jovencito, ¿Usted misma, si alguien, le hubiese hecho la pregunta ¿Qué es lo que usted le gustaría ser? ¿Habría respondido Novelista?

(Risas) No. Yo comencé a escribir a la edad de 39años y nunca lo pensé antes. Sin embargo mi vida siempre estuvo alrededor de los libros. A los 12 años, trabaje en una biblioteca y leía todo el tiempo y hablaba sobre los libros como una persona adulta, luego  di clases y trabaje en una Editorial, luego volví a enseñar antes de ser editora de textos. En síntesis yo comencé a escribir a la mitad de mi vida

P. Usted no ha respondido a mi pregunta

Desde pequeña yo quise ser bailarina (Risas). Seguí cursos de danza durante largos  años, pero la escritura estuvo presente en alguna parte de mi cabeza, la valla más alta que debía superar era la de mi familia, yo he sido la primera persona de mi entorno en estudiar en la universidad, ellos siempre desearon que yo tuviese un buen trabajo, entonces entre bailarina y escritora, ser profesora fue un buen acuerdo para mi familia y para mí.

P. ¿Por qué entonces usted de repente comenzó a escribir a los 39 años?

Existían muchos libros escritos por hombres afro-americanos, eran muy agresivos, arrogantes; (sin duda pudo ser necesario) pero existía un gran ausente: la persona vulnerable , que bien pudo ser un niño, un negro. Entonces cuando yo escribí “El ojo más azul” fue para introducir esa voz en la literatura y tratar las consecuencias del racismo, el dolor que subsiste, el hecho de descubrir que usted no es nadie a causa del color de su piel.

P. ¿Su  libro está dedicado a su hijo Slade,  desaparecido no hace mucho. Pero usted no dejo una dedicatoria en el libro, solamente puso su nombre?  

Ningún lenguaje es bueno para evocar esa pérdida, todo me sonaba falso,  a cliché.

P. Ciertos escritores, como David Grossman, han escrito libros sobre la pérdida de un hijo. ¿Está en sus planes hacerlo como una forma de superar esa enorme pena?

Una de las consecuencias de la muerte  de mi hijo fue lo contrario, dejé de escribir ese libro. No pude escribir durante mucho tiempo, pensaba en él , y también en  mi dolor, me di cuenta que me estaba abandonando, surge un sentimiento de auto compasión  y de amargura, luego pensé, si yo, deseaba hacerle un homenaje debería hacer, lo que él le habría gustado que yo hiciera , terminar el libro, volver a trabajar. Pero  escribir no es una ayuda a superar la pena. Estimo que todo esto es muy personal, y cada persona afronta el dolor a su manera.

P.  ¿Usted da una imagen muy diferente a los EEUU de los años 1950, a los que encontramos en las novelas?

Yo estaba convencida, que sabía todo o casi todo sobre los  años 50 en los EEUU, porque yo los viví intensamente esa época. Fue bastante más tarde que me di cuenta  que eran realmente. Existe en los EEUU una mitología de los años 50 de esos años de oro de la “Story américaine”, se olvida que pasaba realmente debajo de ese barniz, lo que permitió la irrupción de los “Sin esperanzas” en los años 60,70. Ya estábamos en la guerra de Corea, estaba  McCarthy, el anticomunismo, el racismo.

P. ¿Cómo usted vivió los años 1950?

Yo era más bien ingenua,  no estaba consiente de todo eso. Creo que no deseaba saber nada, estamos convencidas  que los años 50 eran maravillosos, me sentía fuerte, estaba en la universidad era la primera de mi familia —un orgullo—, no miraba realmente lo que sucedía a mi alrededor. En 1954, un año después de graduarme, me  di cuenta  de la terrible violencia que reina en el Sur, pero no hacia una relación con una situación general con las muertes de los afro-americanos. Luego comencé a preocuparme, entonces sí, poco a poco tuve una influencia mayor y más importante hasta que fui adulta en relación cuando era joven.

P ¿En su juventud usted sufrió el racismo o fue segregada?

No realmente. Pensaba que era justo que los Blancos, fueran “enfermos”, sin esperanzas, que fueran histéricos o algo parecido. Hay que decir que yo nunca viví en un barrio de negros, vivía en los alrededores de Ohio estábamos rodeados de abolicionistas, un barrio de trabajadores donde se encontraban personas de todas las nacionalidades, polacos, italianos etc. La ciudad era mixta, un solo liceo para todos, la única división era realmente la Iglesia, había un docena de iglesias católicas para los polacos, los italianos , los checos y cuatro para los negros, los días domingo cada cual asistía a su parroquia, el resto de la semana íbamos juntos a la misma escuela. Nuestra vecina era de Checoslovaquia, mi mejor amiga era de origen italiano, por supuesto  que también había negros y yo creía que por todos lados era igual.

P ¿Entonces usted no fue segregada?

Un poco, pero eso no tenía realmente importancia. Teníamos playas muy cerca y la costumbre decía (la costumbre no la ley) que los blancos se instalaban en un lugar y los negros en otros y no habían saboteadores, a mis ojos era más agradable ser de la parte “negra” de la playa que de la parte “blanca”, no tengo la impresión de haber sido una novata al preferir estar en el lado de la playa de los negros. La primera vez que sentí la segregación fue en la universidad en Washinton había separación entre personas negras y personas blancas, pero era un “Colleges” donde los negros eran numerosos y estaba rodeada de intelectuales negros y de otros estudiantes, yo encontraba ese medio muy excitante, entonces ir a la ciudad y no poder ingresar a los baños de la mujeres no tenía una gran importancia —era así— mi tiempo no lo ocupaba a en refunfuñar.

P ¿Diría usted que las cosas son diferentes ahora?

Sí, las cosas han cambiado para bien. Primero por las nuevas generaciones  que ven las cosas de manera diferente. Usted sabe que yo he visto a niños blancos de 1 o 3 años ponerse a aullar cuando ven por la primera vez un negro, un negro realmente negro, y mis amigos me han contado que niños africanos han salido corriendo detrás de sus madres cuando han visto por primera vez a un blanco. El racismo es cuando se establece una jerarquía a partir de esas diferencias. Ahora bien la nueva generación me parece, especialmente en la universidad de Princeton donde yo doy clases hace 19 años, tienen un actitud diferente en relación de sus razas, y veo una evolución año tras años, los jóvenes  no se preocupan están tan mezclados en el seno de la población, están muy influenciados por la cultura negra, la música, la danza, las proezas deportivas, tienen la costumbre de ver a los negros en la TV, cosa que no se dada en nuestra época. Es por eso que estoy optimista.

P.¿ Existen algunos resabios de racismos, que surge de vez en cuando, como cuando (algunos) evocan al presidente Obama?

Sí, es  cierto existe ese lenguaje racista, irrespetuoso frente al presidente Obama, con la escalada Republicana que están dispuesto a “quemar la ciudad” como se dice en Vietnam, buscan  debilitar a los EEUU para zafarse de él. Una parte de su odio, estoy convencida, no viene del hecho que sea negro, sino que es muy inteligente, eso les produce mucho más miedo.

P. ¿Entonces usted no pertenece a los que han quedado decepcionados del presidente?

¿Decepcionada de él? Oh No, es mucho mejor de lo que pude imaginar. Ha tenido frente a él una oposición obstruccionista, cada vez que ha tratado de hacer algo, votan en contra, incluso votaron en contra de una ayuda a los veteranos, todo eso para buscar su fracaso. Entonces cuando yo veo esas cosas me pregunto, quién podría haber hecho tanto …

P. ¿Usted estuvo con él en la última campaña presidencial?

De todas las maneras posibles. En su primera campaña, él me pidió si lo podría apoyar públicamente y  le respondí “ Yo no hago ese tipo de cosas” entonces se puso hablar de mis libros, lo que me interesaba mucho (ríe) y luego me pidió con insistencia que  escribiera un texto para ser publicado en el The New York Times para apoyarlo, lo rechace, pero le escribí una carta explicándole porque tenía una gran admiración a su persona, no fue un apoyo solamente motivado por razones raciales, sino porque el país estaba tan mal y quería un presidente lleno de sabiduría y ése era él. La carta se la envié a su Estado Mayor, luego él me pidió que le enviara una copia personal a él y así fue.

P. ¿Usted ha dicho en una entrevista que Mitt Rommey personalizaba a  Ken de la muñeca Barbie?

Yo jamás he dicho eso (estalla en risas) sé  que se me acusa de  eso, pero no es verdad. Siendo (nuevamente estalla en risas) una persona vacía, es de esas personas que no saben hacer otra cosa que amasar dinero, en eso es muy diferente a Obama.

P. ¿Usted, no pensado ser una mujer dedicada a la política?

Yo tengo una visión muy diferente entre el Arte y la política, a diferencia de muchas personas; pienso que el verdadero arte es político, intentar hacer algo apolítico en sí es un acto político, en sus obras Shakespeare habla de gobiernos de la guerra, del poder, y para mí todo eso es política, durante el periodo anticomunista se hizo del término política, un término sucio. En relación a la (ex)URSS se pensaba  en los EEUU que el arte solamente es estético, y se pervirtió el sentido del término política asimilándolo a la propaganda a algo sucio. Todo mi trabajo como escritora es de restablecer el nexo entre la política y la literatura en el mejor sentido del término.

P. ¿Usted está en la categoría de lo que llamamos en Francia una escritora “Angage” (Comprometida)?

Sí, acepto ese calificativo.

P. ¿Habría imaginado, cuando  era joven, que una novelista negro obtendría el Premio Nobel?

Absolutamente que no. Nunca un negro y menos una mujer. Creo que la última mujer en obtener el premio fue Pearl Buck. Cuando supe la noticia quede aturdida, también pensé que el jurado había hecho una buena elección, pues mis libro (no yo) lo merecían.

P. ¿El hecho de haber obtenido el premio, la ha cambiado en algo, tiene más confianza, por ejemplo?

No. Siempre he tenido confianza en mi persona.

P. ¿Ha tenido la impresión que esta nueva distinción le  da más responsabilidad, que será más escuchada?

No. Yo siempre he hecho la diferencia entre la persona que obtuvo el premio y yo. Son dos personas diferentes, una es la que sonríe y la otra esa joven mujer que comienza a escribir. Es mi vida.

P. ¿Una forma de esquizofrenia?

(ríe)  Sí. Exactamente, soy esquizofrénica.

P. ¿Hay seguramente un libro suyo que no haya quedado completamente satisfecha?

Por supuesto, en mi primera novela El Ojo más  Azul. Hay en esa novela una niñita, que tiene vestidos hermosos es piel clara, yo la maltraté como nunca he maltratado a alguien en mis novelas, cuando releo  la novela me digo que injusta he sido, me he servido de ella, lo lamento mucho, fue mi primer libro quise hacer un contraste entre una niña pobre y una niña rica, no me preocupe de que si ella amaba o quien era realmente, tengo remordimientos, debería rescribir ese libro.

P. ¿Lo haría realmente?

(Ríe) No.

P. ¿Diría usted que los escritores negros en los EEUU son fundamentalmente  diferentes a los escritores blancos?

Se interesan a cosas diferentes. Los primeros escritores negros deseaban mostrar que ellos eran buenos escritores y entonces escribían para los blancos. El mejor ejemplo es el libro de Ralph Ellison, Un hombre invisible, por quién cantas tú, y la pregunta que yo me hacía, ¿invisible para quién? no para mí, sino para los blancos. Eso es lo que yo deseaba cambiar. Entonces, de la misma forma que en mi niñez el mundo de los blancos no me preocupaba, no hay personajes blancos en mis libros, yo siempre he escrito en el marco de mi propia cultura, no por seducir a los lectores blancos o negros, eso me ha abierto el mundo.

P. ¿Usted no escribiría nunca una novela con un blanco como personaje principal?

Existe un blanco en Beloved, es cierto no hay un personaje principal y yo no creo que lo haga algún día.

P. ¿Por qué?

Por la misma razón, que los escritores blancos no escogen un personaje principal negro.

P. Willian Styron, por lo tanto lo hizo en Las Confesiones de Nat Turner…

Si, pero ahora Nat Tuner es un libro de Styron. Su personaje no habla como Nat Tuner.  Styron no ha podido o no ha sabido adoptar el lenguaje, no sé si me entiende es un inglés blanco. Yo no se lo reprocho, debe haber sido imposible capturar la forma de hablar, de sentir, de resentir.

P. ¿Por qué eligió firmar sus libros con el apellido Morrison, que es el de su ex marido?

Fue un error, yo entregue mi primer libro con el apellido Morrison, luego me pregunté: ¿estoy divorciada, y yo me llamo Chloe Wofford?  Entonces me comunique  con el editor para cambiarlo, pero ya era demasiado tarde. Lo lamento mucho, además encuentro que Toni suena muy frívolo como el nombre de un Ado, pero que se le va hacer, ya quedó así.





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