Volta para a capa
Grandes entrevistas

Joyce Carol Oates

Entrevista conduzida por Nuria Azancot e publicada em "El Cutural (Madrid), de 18/09/2008.

Joyce Crol Oates (Lockport, Nueva York, 1938), una de las mejores narradoras estadounidenses del último medio siglo, comienza a recomponer los pedazos en que se ha convertido su vida desde abril, tras la muerte de Ray Smith, su esposo desde hacía cuarenta y cinco años. Devastada, Oates ha vuelto a refugiarse en lo suyo, en la escritura, para huir del agujero de la depresión y la soledad. Tras varios meses en los que ha rechazado cientos de entrevistas, atiende a El Cultural mientras participa en un congreso de escritoras en Lexington (Kentucky), en vísperas de la publicación en España de La Hija del sepulturero (Alfaguara). En esta polémica novela, de la que ofrecemos sus primeros tramos, la sempiterna candidata al Nobel reinventa la vida de su propia abuela.


Novelista, poeta, ensayista, crítica literaria y editora, la desbordada bibliografía de Joyce Carol Oates resulta abrumadora, casi tanto como el impacto que le causó en su juventud la lectura de Alicia en el país de las maravillas, el libro que cambió su vida. Pero, a diferencia de Alicia, Oates no ha tenido que cruzar el espejo para descubrir otros mundos: la vida cotidiana en el siglo XX, con su violencia, sus terrores y sus miserias son suficientes para esta escritora que a menudo ha novelado el pasado con la intención de iluminar el presente. Y, sin embargo, La hija del sepulturero resulta la primera incursión en su biografía más íntima.

Sí, de hecho algunas de mis obras anteriores se han basado en sucesos y personajes reales,como Blonde, que era una autobiografía ficticia de Norma Jeane Baker/Marilyn Monroe, o Agua negra, una reconstrucción imaginaria de lo ocurrido en Chappaquidick en julio de 1967 [cuando el senador Edward Kennedy tuvo un accidente que le costó la vida a su secretaria y arruinó su carrera política], pero esta novela, La hija del sepulturero, es una reinvención de la vida de mi abuela, Blanche Morgenstern, cuya vida me parece realmente asombrosa.

-En el libro, la protagonista, Rebecca, alter ego de su abuela, sufre abusos desde la infancia y también en su matrimonio. Por desgracia, es un problema que en España conocemos demasiado bien, porque raro es el día en el que una mujer no es asesinada por su esposo. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI las mujeres sigan siendo víctimas de la violencia doméstica?

Me temo que la violencia contra las mujeres -y contra los niños- es una constante de la especie humana. No se trata de un drama específicamente americano, ni español, ni contemporáneo, sino que parece estar profundamente enraizado en la naturaleza del hombre. Sin embargo, creo que las leyes pueden regular este perverso comportamiento “instintivo”. Por eso gran parte de mi obra ha sido reflejo del efecto de la violencia doméstica sobre las personas más indefensas.

-¿Qué les aconsejaría a esas mujeres víctimas de la violencia cuyo drama tan a menudo ha narrado?


-Creo que uno de los caminos que las mujeres pueden tomar para cambiar sus vidas es la educación, porque si una mujer es independiente económicamente, es más difícil que entre en una relación abusiva o que permanezca en ella. En La hija del sepulturero intento mostrar cómo Rebecca se reinventa a sí misma para escapar del pasado. Sí, toma voluntariamente la decisión de romper con su vieja y trágica herencia judía y europea, para convertirse en una americana de sonrisa radiante, encantadora y llena de esperanzas. Cuando el lector conoce a Rebecca desde dentro comprende que se está adaptando al medio, a sus nuevas circunstancias, cumpliendo lo que Darwin consideraba la primera regla para sobrevivir.

-A menudo la crítica considera que hay demasiada violencia y oscuridad en sus libros, pero ¿no es el mundo real más violento y oscuro?


Los críticos son generalmente hombres a los que les molesta la presencia de la violencia -esto es, una descripción cruda del mundo real y sus complejidades sociales, políticas y morales- en el trabajo de las creadoras, no sólo de las escritoras, de todos los campos artísticos. Creo que es una creencia errónea considerar que esos temas comprometidos deben estar reservados sólo a los artistas masculinos, porque en el siglo XX escritoras y artistas hemos reclamado ese espinoso territorio. ¡Y no hay vuelta atrás!

-Y gran parte de su obra lo demuestra. ¿Cuál es el secreto de su sorprendente productividad?


En realidad no soy más prolífica que otros escritores contemporáneos como John Updike, Norman Mailer, Stephen King, o del pasado, como Charles Dickens, D.H. Lawrence o Anthony Trollope, entre otros. Supongo que existen tópicos sobre todos los artistas, y el mío son dos clichés, el de la violencia y el de la excesiva productividad.

-También lleva treinta años en Princeton enseñando escritura creativa. ¿Quiénes son los autores que siempre recomienda a sus alumnos?


Enseño narrativa breve clásica y contemporánea a mis estudiantes -la lista es demasiado abrumadora para que sea exhaustiva-, desde Chejov, James Joyce, Virginia Woolf y Hemingway a Raymond Carver, Richard Ford o Joan Didion. Y mis alumnos los leen profundamente en su intento por comprender lo que la ficción contemporánea significa.

-Apenas hace dos años escribió una novela titulada Black girl/white girl, inédita en España, en la que Minette, una muchacha negra, y Genna, una joven blanca, no se entendían. ¿Era una metáfora de situación racial de Estados Unidos?

Imaginé los dos personajes al mismo tiempo, al principio como compañeras de cuarto y luego como personajes que son casi amigas. Sí, existe entre ellas un conflicto entre razas, y, a veces, un intenso deseo de entenderse, frustrado por la ignoracia del pasado racial y por la naturaleza poco convencional de los personajes.

-Ahora que hablamos del tema racial, ¿cree que Estados Unidos está preparado para tener un presidente como Barack Obama?


Los estadounidenses son famosos por ser fácilmente impresionables: olvidadizos del pasado, incluso del más cercano, sospechan de la inteligencia y la complejidad y temen lo que consideran “elitismo”. Yo espero que mis compatriotas estén preparados para un líder tan poco convencional históricamente como Obama, pero no estoy demasiado segura de eso...

-¿Comprende el fenómeno Sarah Palin?


Palin es un guiño del ala más derechista del Partido Republicano para conseguir votos de sus propios votantes, especialmente de aquellos a los que no habían logrado movilizar durante la campaña, o a los que disgustaba su candidato presidencial, el senador Mc Cain.

-¿Y que le parece que un gran número de mujeres blancas esté cambiando su intención de voto y abandone a Obama por el dúo Mc Cain-Palin?


Quizás esas mujeres no acaben votando así... Creo que las elecciones presidenciales de este año pueden resultar sorprendentes. Los medios de comunicación están siempre inventando historias sensacionalistas, como ocurrió con Clinton y Monica Lewinsky, un episodio realmente menor en nuestra historia, sin trascendencia, que ocupó cientos, miles de páginas. Existe una cultura de consumo masivo de los medios, lo que implica que se estén produciendo constantemente este tipo de noticias. Por otra parte, actualmente las elecciones representan una especie de Olimpiadas continua, o de Campeonatos Mundiales, con potenciales ganadores y perdedores. Pero nada será definitivo, y nada será preocupante hasta las elecciones de noviembre. (Aunque también le confieso que existe un miedo evidente en mi país de que el voto electrónico en ciertos distritos podría ser “amañado” de nuevo para favorecer a los candidatos republicanos).

-Dentro de unas semanas la Academia Sueca va a conceder el premio Nobel de Literatura, del que es sempiterna candidata...


Le aseguro que el premio Nobel es la última cosa que me preocupa en esta época del año, cuando un nuevo semestre acaba de empezar en mi Universidad...

-¿Y qué está escribiendo?


Estoy terminando una colección de cuentos titulada Dear Husband (Querido esposo), que publicará la próxima primavera Ecco / HarperCollins.





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